kantor luterano

En estos tiempos si por algo es conocido Johann Sebastian Bach es por su labor como cantor de la iglesia de Santo Tomás de Leipzig. Los más de 25 años que estuvo al frente de la dirección musical de las principales iglesias de esta localidad nos dejaron algunas de las páginas más bellas de la música vocal que han existido jamás. Las conferencias 5ª y 6ª que ofreció el profesor Vega Cernuda versaron precisamente sobre este tema.

Santo Tomás de Leipzig a comienzos del siglo XVIII

Santo Tomás de Leipzig a comienzos del siglo XVIII

El oficio de kantor es uno de los componentes fundamentales de la organización eclesiástica y civil luterana. Entre sus funciones estaban las de dirigir el coro y la música de las celebraciones litúrgicas, enseñaba composición y órgano e incluso llegaba a desempeñar funciones eclesiásticas, incluida la predicación, si era necesario. En el Leipzig del tiempo de Bach Santo Tomás, con su escuela, y San Nicolás eran las principales iglesias y ello conllevaba el título de Director Musices de la ciudad, dependiente del Consistorio y de la autoridad eclesiástica. Ese era el cargo de Johann Sebastian Bach. De esta época, más de la mitad de la vida laboral del compositor alemán, datan la mayoría de sus cantatas conocidas, tanto originales como adaptaciones de anteriormente compuestas, las pasiones y los diferentes oratorios.

Os dejo con las conferencias dedicadas a Bach cantor luterano. Estas conferencias fueron ofrecidas el 25 de enero de 2000, la primera y el 27 de enero la segunda. Que disfrutéis:

Archivos de las anteriores conferencias:

el Leipzig de 1723

Leipzig era en 1723 un destacado centro comercial y universitario sajón regido por una burguesía cada vez más próspera y la segunda ciudad en importancia, después de Dresde, del electorado de Sajonia que, en aquél entonces, estaba gobernado por Augusto el Fuerte, a la sazón, elector de Sajonia y rey de Polonia. A este Leipzig es a donde llegaron, en dos coches, Johann Sebastian Bach, su segunda mujer, Anna Magdalena, sus cinco hijos y su cuñada, el sábado 22 de mayo de aquél año, víspera del domingo de la Trinidad, con todos sus enseres repartidos en cuatro carros.

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Plaza de Leipzig

Leipzig se encontraba en esos momentos con sus mandatarios municipales, encabezados por el burgomaestre y presidente del cabildo de Santo Tomás, doctor Gottfried Lange, en plena carrera por prestigiar y promocionar la ciudad comercial y universitaria. En su origen Leipzig había sido un asentamiento eslavo llamado Lipsk con una ubicación privilegiada en la planicie donde confluyen los ríos Pleisse, Elster Blanco y Parthe. Tras obtener sus fueros a mediados del siglo XII pronto floreció como importante centro comercial en mitad de varias rutas de comercio tradicionalmente utilizadas y es entonces, en ese siglo, cuando obtiene privilegios especiales del imperio y el papado autorizando a la ciudad la celebración regular de ferias comerciales. Sobrepasada la mitad del siglo XV estas ferias eran ya tres, la de Año Nuevo, la de Pascua y la de San Miguel, con una duración cada una de ellas de diez días. Hacia 1710 Leipzig era el mayor mercado de ferias comerciales en tierras germanas que atraía entre 6.000 y 10.000 expositores y visitantes.

Pero el poderío de la ciudad sajona no estaba solamente sustentado en su vocación comercial ya que en 1409 fue fundada su universidad, lugar donde se desarrollaron en 1519 las famosas disputas doctrinales entre profesores de teología, uno de ellos Martín Lutero y para comienzos del siglo XVIII se había convertido en una de las instituciones de enseñanza superior más distinguidas de Alemania.

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Martin Luther

Es a este Leipzig con dos fuerzas, la de la economía y comerciantes, por un lado, y la comunidad universitaria, por otro, que se potenciaban mutuamente para dar un empuje fuera de lo común a la ciudad, a donde el, hasta entonces, Capellmeister del Príncipe Leopold de Anhalt-Cöthen llegó para cubrir la vacante de Cantor de la Iglesia de Santo Tomás (amén de director musical de las principales iglesias). Este puesto había quedado desocupado durante un año tras la muerte del anterior maestro Johann Kuhnau.

Un profesorado eminente, una juventud académica dinámica y con gran futuro y una burguesía culta fomentaron el desarrollo de la ciudad y contribuyeron notablemente al prestigio de Leipzig como capital intelectual de Alemania. Sufrió gravemente las consecuencias de la guerra de los Treinta Años, más que Hamburgo o Francfort, por ejemplo, pero a partir de 1700 las cosas cambiaron y se empezó a vivir un periodo de crecimiento sin precedentes. En el año 1723 debía de contar con entre 32.000 y 35.000 habitantes que vivían este periodo de riqueza viendo como la ciudad iba cambiando su fisonomía con una proliferación de casas burguesas con manzanas ornamentadas y que contaban con grandes patios que se utilizaban para exposiciones y usos comerciales. Extramuros se extendían lujosos parques con invernaderos, patios de naranjos y pabellones residenciales. Esta prosperidad burguesa contribuyó a fomentar entre la ciudadanía próspera el interés hacia el coleccionista de arte. Tiziano, Rafael, Rubens, Leonardo, Rembrandt o Tintoreto formaban parte de estas crecientes colecciones. Proliferaron también las elegantes cafeterías que contribuyeron a la calidad de la vida social y  el florecimiento de la galantería, la exquisitez en la indumentaria y las buenas maneras, lo cual le valió a Leipzig el sobrenombre de «la pequeña París».

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El Café Zimmermann hacia 1732

La música también se vio afectada por este crecimiento y periodo de riqueza y se crearon dos sociedades musicales, una, Collegium Musicum, fundada por Georg Philipp Telemann en 1701 y que interpretaban la música en el conocido Café Zimmermann y que de 1729 a 1739 dirigió Bach y la otra creada por Johann Gottlieb Görner que actuaba en la cafetería de Enoch Richter. Sin embargo, las actividades musicales más importantes eran las que tenían lugar todos los domingos y fiestas de guardar durante los oficios de las dos iglesias más importantes, Santo Tomás y San Nicolás, bajo la dirección del cantor de la escuela de Santo Tomás. Ese era el puesto para el que fue elegido y que venía a cubrir Johann Sebastian Bach en mayo de 1723 y que se convertiría en el epicentro desde el que el compositor de Eisenach creó, quizás, la música religiosa y espiritual más impresionante de todos los tiempos Soli Deo Gloria, sólo a Gloria de Dios.